
Jon Cake: la revolución de la tarta de queso en el cuarto Hoy Invito Yo
“Me dijeron que era la crisis de los 30… que a mí me llegó a los 27”, explicó con humor al recordar el momento en que abandonó su carrera como ingeniero aeronáutico para formarse en gastronomía. Esa formación —en su caso, tanto académica como experiencial— fue esencial para cimentar las bases de su proyecto. “La formación fue básica. Te da bases sólidas, pero es en la vida real donde realmente aprendes”.
De la escuela a los grandes restaurantes
García pasó por cocinas tan exigentes como La Tasquería, donde aprendió a gestionar una partida en solitario, o Lera, donde interiorizó el respeto por el producto local. En El Celler de Can Roca, descubrió lo que significa llevar el perfeccionismo al máximo nivel y cómo se estructura una cocina de alta precisión. “Allí no solo cocinas. Aprendes cómo funciona una máquina perfecta, cómo un plato sale impecable aunque haya muchas personas detrás”.
El origen de una marca
La idea de especializarse en tarta de queso nació de una observación del sector, y pronto se transformó en un negocio propio. Empezó haciendo pruebas en casa, luego en un obrador compartido, y se apoyó en redes sociales para llegar a su comunidad. Pero García es claro al respecto: “Los seguidores y los clientes son dos cosas distintas. Lo importante es tener el mail o el teléfono de la gente”.
Con el tiempo, Jon Cake ha crecido hasta formar un equipo de más de 30 personas y una carta con decenas de variedades de tarta de queso —desde quesos artesanos como el Comté, su favorito, hasta propuestas de monasterio como los de El Miracle—. Un recorrido que también quedó reflejado en su libro, publicado por Planeta Gastro, donde el chef pastelero reflexiona sobre la historia del queso y su aplicación en la pastelería. Eso sí: su receta de tarta de queso sigue siendo secreta.
Emprender con propósito
“Monté un negocio sin saber lo que era montar un negocio”, reconoce. Hoy, con experiencia acumulada, insiste en la importancia de formarse también en gestión: no basta con saber cocinar, hay que dominar la comunicación, el liderazgo, los números y la planificación.
En su intervención, ofreció un consejo directo a quienes se plantean una carrera en gastronomía: “Si hacéis algo, que sea con alma. Que os motive. Si no, no podréis dedicarle todo lo que necesita un proyecto”. Una visión que conecta con la filosofía del emprendimiento con propósito, más allá de las modas.
En su caso, el éxito no vino de fórmulas virales, sino de apostar por lo esencial: la artesanía, la recuperación del oficio, el compromiso con el producto y una forma de trabajar que exige entrega total. Para García, no hay atajos: dedicar el 100 % de tu tiempo, energía y pensamiento a tu proyecto es la única receta posible cuando se quiere construir algo con sentido y con futuro.