
Eduard Xatruch reflexiona sobre creatividad culinaria en el sexto Hoy Invito Yo
Hablar de Eduard Xatruch es hablar de oficio, constancia y una manera de entender la cocina que nace del respeto profundo por el producto, el equipo y el tiempo. En la quinta edición de Hoy Invito Yo, organizada por Barcelona Culinary Hub y Planeta Gastro, el chef compartió su visión sobre la creatividad culinaria, pero también sobre cómo sostener un proyecto gastronómico sin desorientarse en un mundo de fuegos artificiales.
“Somos cocineros y amamos la comida”, dijo con convicción. Una frase sencilla, pero rotunda, que resume una trayectoria cocida a fuego lento, sin grandes titulares, pero con una coherencia inquebrantable. “Somos tres cocineros que nos gusta estar en el restaurante, de perfil bajo. Nos dedicamos a trabajar y siempre lo hemos hecho”. Desde Compartir hasta Disfrutar, el equipo que forma con Mateu Casañas y Oriol Castro ha permanecido unido durante más de 25 años, desde sus días como jefes de cocina en elBulli.
De la tierra a los fogones
Eduard creció entre campos y paradas de mercado: “Mi abuelo cultivaba la tierra, mis padres tenían una parada de fruta y verdura. Siempre he tenido relación con el producto. De pequeño, yo quería ser payés”. Pero la vida le tenía preparado otro destino. Con solo 17 años, su directora de escuela lo envió de prácticas al restaurante de Ferran Adrià. Y allí, sin buscarlo, empezó todo.
El paso por el mítico restaurante marcó un antes y un después: “Había semanas que decía: no aguanto en elBulli. Me quedé para no fallar a los míos”. Esa ética del compromiso atraviesa todo su relato. Nunca se trató de resistir por ambición, sino por lealtad. Porque, para él, el equipo siempre ha sido el motor, y el esfuerzo compartido, más significativo que cualquier logro individual.
Creatividad como método
La creatividad, explicó, no es inspiración divina, sino trabajo riguroso. En Disfrutar, cinco personas se dedican en exclusiva a I+D. Cada año desarrollan unas diez técnicas y ochenta platos nuevos. “Podríamos parar y estar cinco años tirando de lo que ya tenemos. Llevamos más de 750 recetas”. Pero cada hallazgo, cada técnica nueva, es una descarga de adrenalina que da sentido al proyecto.
El equipo ha apostado siempre por avanzar a su ritmo, sin grandes presiones ni atajos. Nunca han buscado crecer a cualquier precio, sino seguir el camino que les marcaba el corazón. “En lugar de correr, es mejor ir piano piano”, resume. Esa filosofía de fondo también impregna su manera de entender el éxito: “Vale, ¿y qué? ¿Ser el mejor del mundo? La presión nos la ponemos nosotros. En la vida, lo importante es hacer lo que amas y ser honesto con tu oficio”.
Más allá del número uno
Con el relevo en el número 1 de The World’s 50 Best Restaurants 2024, Xatruch defendió una visión realista y generosa del reconocimiento internacional: "También está bien que se oxigenen las listas. Vivimos en una sociedad en la que todo son titulares. Lo que más nos enorgullece es de haber llegado donde hemos llegado siendo lo que somos. Independientemente del número en el que estés, lo importante es estar orgulloso del equipo y de lo que hacemos".
Xatruch insiste en que la excelencia solo llega con dedicación: "Si quieres que un restaurante funcione, exige dedicación. Si quieres ser excelente en tu profesión, tienes que dedicarle más horas". Pero no lo dice desde la épica, sino desde el amor por un oficio que considera profundamente artesanal. "La cocina es un oficio. Somos afortunados de poder cocinar lo que nos dé la gana".
Aprender siempre
Y, por encima de todo, el chef defiende una idea sencilla y poderosa: nunca dejar de aprender. “Lo bueno en la vida es aprender de los errores. O mejoras o empeoras”. En su cocina no se grita. Llevan pinganillos para hablarse con calma, porque incluso entre fuegos, el respeto importa. Se corrige sin alzar la voz. Se escucha. Se mejora. Como en la creatividad, como en la vida.
“El día que no hagamos cosas nuevas es que se nos habrá pasado el arroz”, apunta. Pero mientras haya preguntas, humildad y ganas de ir más allá, siempre habrá una olla al fuego. Y el arroz, como su cocina, seguirá en plena ebullición.