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Nutrición

Dieta atlántica: el secreto gallego para una vida saludable

Equipo BCH

La dieta atlántica procede del noroeste de la península ibérica; en particular de la cocina gallega. Se basa en productos frescos, locales y de temporada, por lo que abundan el pescado, los vegetales y el aceite de oliva. Tiene aspectos en común con la dieta mediterránea, pero tiene identidad propia y responde a una cultura gastronómica ligada al mar, al campo y al ritmo de vida pausada de esta región. 

Hoy veremos en qué consiste y sus beneficios. Pero si quieres descubrir diferentes formas de alimentación para mejorar la calidad de vida de las personas, te recomendamos cursar nuestro Máster en Nutrición, Gastronomía y Diseño de Menús Saludables. Aprenderás conceptos sobre nutrientes, fisiología y metabolismo humano, con una visión aplicada a la práctica culinaria.

Qué es la dieta atlántica

La dieta atlántica es un modelo de alimentación tradicional del norte de España y Portugal. Se basa en el consumo frecuente de pescado, mariscos, hortalizas, legumbres, patatas y pan de centeno o maíz. También se incluyen carnes magras, como ternera y cerdo criados en pastos, y lácteos frescos como el queso y el yogur. 

Para complementar esta dieta equilibrada, se añaden frutas de temporada, aceite de oliva como grasa principal y un uso moderado de la sal y los azúcares. En cuanto a las técnicas, se cocina a fuego lento, al horno o a la plancha, para respetar el sabor natural de los ingredientes. 

Además, se come en familia, sin prisa y con alimentos de proximidad. Aunque tiene menos fama que la dieta mediterránea, también tiene una base científica y su potencial como referente nutricional va en aumento.

Beneficios de la dieta atlántica para la salud

Prevención de enfermedades cardiovasculares

Uno de los principales beneficios de la dieta atlántica es la protección ante enfermedades cardiovasculares y la reducción del colesterol LDL y la presión arterial. La razón está en su alto contenido en ácidos grasos omega-3, procedentes del pescado azul, y de los antioxidantes de vegetales y frutas. 

La ingesta regular de legumbres y cereales integrales favorece la función cardíaca, y el consumo reducido de alimentos ultraprocesados minimiza el riesgo de inflamación crónica. Por otra parte, el aceite de oliva, que también está presente en la gastronomía mediterránea, mantiene el equilibrio lipídico y mejora la salud vascular. 

Impacto positivo en la microbiota intestinal

El elevado contenido en fibra procedente de verduras, legumbres y frutas promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas, esenciales para un sistema inmunitario fuerte y una buena digestión. El consumo de yogur y otros fermentados lácteos aporta probióticos naturales, que refuerzan el equilibrio de la flora intestinal. 

Esta sinergia entre alimentos frescos y hábitos sostenibles recuerda al enfoque del plato de Harvard, que propone repartir los grupos de alimentos de forma inteligente para mejorar el aporte nutritivo a lo largo del día. 

Alimentos clave en la dieta atlántica

Los alimentos principales de la dieta atlántica son:

  • Pescados como sardina, jurel, merluza y bacalao, cocinados al vapor o a la plancha.
  • Mariscos, como mejillones, almejas y pulpo, que aportan proteínas de alta calidad y minerales esenciales.
  • Patatas, cocinadas con piel o al horno. 
  • Legumbres, como lentejas, garbanzos o habas, que aparecen con frecuencia en guisos. 
  • Hortalizas como grelos, berzas o pimientos y frutas autóctonas como manzanas o peras. 
  • Lácteos en moderación, como quesos frescos y yogures artesanales.  
  • Aceite de oliva virgen extra en crudo para aliñar ensaladas y verduras cocidas. 

Cómo aplicar la dieta atlántica en la cocina moderna

La dieta atlántica es perfectamente compatible con la cocina contemporánea. Basta con introducir ingredientes frescos y utilizar técnicas de cocción que sean sencillas, como al vapor, al papillote o a baja temperatura. 

Algunos ejemplos de propuestas podrían ser ensaladas templadas de pulpo con patata, cremas de verduras con legumbres, o arroz integral con jurel al horno. Son recetas tradicionales adaptadas a las preferencias actuales. 

En la planificación semanal, se puede alternar pescado y marisco con carnes magras, pero priorizando los vegetales y cereales integrales como acompañamiento. Además, esta dieta no impide la fusión con otras cocinas, siempre que siga siendo una alimentación saludable. Por ejemplo, un wok de verduras gallegas con tofu o una hamburguesa de lentejas con grelos. 

Conclusión

La dieta atlántica es una propuesta nutricional con fuertes raíces profundas, pero por su equilibrio entre sabor, salud y sostenibilidad se posiciona también como referente para el futuro. Y dado que es versátil, es viable tanto para hogares como para restaurantes. 

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